Como ya sabéis por anteriores posts, hace un par de semanas asistí a la semana del marketing online OMWEEK Barcelona 2013. Ya hablé algo sobre éste tema en mi post de Conclusiones sobre el Mobile Marketing, por lo que es posible que parte de la información que expondré a continuación os suene ya familiar.
Me llamó la atención un comentario que hizo Paula Iun sobre las “cookies” y lo inofensivas que estas pequeñas “galletitas” son. Lo que dijo es que “no acababa de entender por qué los legisladores se habían puesto tan “pesados” con este asunto”.
Paula trabaja para la firma Letslaw, especializada en derecho en el ámbito de las nuevas tecnologías. Tuve la oportunidad de compartir mesa con Paula durante las jornadas de marketing online y puede darle personalmente mi opinión sobre su comentario.
Es cierto que las cookies son “sólo” unos pequeños ficheros de texto, inicialmente inofensivos, que prácticamente todas las webs del mundo colocan en nuestros ordenadores con alguna finalidad “no maligna”. Hasta ahí estamos todos de acuerdo, no debemos confundir una cookie con un virus y por eso sólo algunos antivirus las marcan como amenazas, aunque la tendencia es que TODOS las señalen y las quieran borrar de nuestros equipos.
El problema es que algunas webs utilizan servicios de terceros, y comparten la información obtenida a través de las cookies sobre nuestros hábitos de compra, sobre nuestros intereses, sobre nuestros patrones de navegación, etc. Hasta el extremo de que se hace incluso incomodo recibir en ocasiones publicidad sospechosamente “demasiado” orientada a nuestros gustos. Esto puede llegar a ser incluso molesto. Durante una de las jornadas del OMWeek, creo recordar que Ignacio Ayerbe calificó está publicidad de “creepy marketing”, algo así como marketing cutre.
Pero ésta situación no sólo es “cutre”, sino que puede llegar incluso a ser negativa para un usuario, y un ejemplo que se me ocurre es el nivel de descuento que una empresa nos podría llegar a ofrecer en base a nuestros patrones de compra.
Imaginad que una tienda en la que compramos nos segmenta como “usuario premium”, de esos que compras siempre sin importarles el descuento, y que asocia esta característica a nuestro perfil que luego comparte con esas otras webs de terceros donde nuestros datos llegan sin nuestro consentimiento.
Imaginad también que, posteriormente, visitamos una de esas tiendas que ofrecen descuentos en base al tipo de usuario que visita la web, en éste caso si utilizara la información asociada a nuestro perfil podría llegar a no ofrecernos descuento alguno, u ofrecernos un descuento inferior al que ofrecería a un visitante a su web del que no tiene información y al cual está dispuesto a hacer un descuento más alto con tal de captarlo.
Y entonces, ¿qué es lo que ocurre con la información referente a nuestros hábitos de compra e intereses?
La mejor forma de verlo es en un vídeo que quizás os ponga los pelos de punta, pero lo más grave es que no es ciencia ficción, es lo que ocurre HOY.